domingo, 13 de abril de 2008

Éter (John Savage - Segunda Parte)

No sabía si estaba en lo correcto, el mundo giró hasta hacerse pedazos, más que no comprenderlo era no aceptarlo... tenía sentido? Definitivamente, pero, por qué?

El sabía quienes eran, les conocía previamente y con su presencia les recordó, aún así lo había hecho.

Su desplazamiento no era una simple caída libre, tres tomos de cinemática no serían suficientes para describirlo, no caía, corría, con cada paso las paredes se hacían más bajas mientras una ola se avecinaba, no sabía a donde ir y su mundo colapsaba.

No se cuestionaba lo que hizo... sino lo que había hecho previamente...la torre y su soledad, los días contemplando la nada y las noches llenas de estrellas...

John había vivido muchas cosas, pero no lo sentía asi, para él no eran vivencias, sino meros recuerdos. Nada de lo que había vivido en la torre le había preparado para esto.

Fue el silencio mas estruendoso de su vida, o eso le pareció, ni la ensordecedora muchedumbre incorpórea de la torre era comparable, el suelo ya no sólo se desmoronaba, ahora giraba, y aceleraba... sus pensamientos se precipitaban a una velocidad mayor que la de su propia caída.

A pesar de todo, estaba calmo, cayó desde una altura considerable y no emitió sonido ni realizó ningun gesto, solo el aire que silbaba a su alrededor mientras permanecía con los ojos cerrados. La torre era alta, el tiempo transcurría y le parecía que flotaba, cuando la realidad era que podría haber vencido facilmente a un rayo en una carrera.

Qué había dejado atrás? Su mente se cerraba a la respuesta, remaches oxidados por años de olvido no le facilitaban el trabajo, por suerte, no tendrían que hacerlo por mucho mas tiempo, aquel que fuera antes un bípedo humanoide fruto de miles de años de evolución ahora era poco mas que una mancha roja en el pasto.

En la cima de la torre, la mirada incrédula de quienes entraron sólo se encontro con el infinito, fue el sonido de la caida el que delató lo sucedido, luego se apresuraron a bajar de la torre para presenciar la fatal escena.

John no había muerto, su maltrecho rostro miraba el cielo, era de un azul que nunca había visto, no le importaba el dolor de su destruido cuerpo, no sentía el dolor de sus fracturas ni le molestaba respirar un espeso aire carmesí, contemplaba el cielo y eso era todo el mundo para él en ese momento.

Nunca le importó mucho ese momento, su cuerpo sería alimento para la tierra, y si varias criaturas dependían de él para subsistir, no le molestaría darles su cuerpo inservible. Tampoco le preocupaba mucho, pues sabía que eventualmente llegaría. La curiosidad ya no tenía cabida en su mundo, cualquier cosa nueva que pudiera aprender se perdería en el olvido de su fallecimiento.

Al tragar la última bocanada de la viscosa mezcla, se encomendó al azar y esperó que todo lo que había dejado en la torre le fuera útil a alguien.

Finalmente, John fue uno con el todo, y logró fundir su mundo con el externo, todo a costa de unos pocos kilos de agua, carbono, calcio, fósforo y otros 23 elementos...

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